domingo, 2 de octubre de 2016

Dios, Espíritu Santo


Dios, Espíritu Santo

Sola anduve vagando por la vida,
me bebí de la gente su locura,
degusté del sabor de la amargura
y quisiera cerrar al fin la herida.

Hoy he visto una luz resplandeciente
en tus ojos brillantes cual estrellas,
y palpo la ternura de las huellas
de tus manos de amor, sobre mi frente.

Mi deseo es estar siempre a tu lado,
que tu cerco me impregne de pureza
ayudando a los pobres con presteza

y que nunca haya un niño abandonado.
Dios, Espíritu Santo en mi cabeza
derrama tu luz blanca con firmeza.

Chelo Álvarez

Dios Hijo, Redentor del mundo

 

Dios Hijo, Redentor del mundo

Ante ti me presento, Jesús mío,
postrándome a tus pies arrodillada,
es tan grande, Señor, mi desvarío,
no me dejes, que tengo el alma helada.

Hoy llego sola, triste, desmayada,
al notar que entre todo este gentío
solo tú eres verdad, en ti confío,
porque estoy de tu amor enamorada.

Aunque el cielo se junte con la tierra,
aunque sequen las aguas de la mar,
aunque no queden aves en la sierra,

te juro, Jesús mío bondadoso,
que dormida, despierta o en reposo,
nunca te dejaré, mi Dios, de amar.

Chelo Álvarez
 

Dios Padre celestial


Dios Padre celestial

Dios Padre celestial, aquí postrado,
de mi alma pecadora soy consciente,
no quisiera pecar de irreverente
con quien tanta piedad me ha regalado.

Mi corazón contrito y humillado,
afligido, culpable y penitente,
sangra por las espinas que en la frente
del divino Cordero hemos clavado.

Dios Padre celestial, tened piedad,
que en mi vida sin Ti no hay alegría,
que siento el alma helada y tan vacía...

Acógeme Señor, por caridad.
Señor, que miras de tu excelsa cumbre,
enciéndeme la luz que me deslumbre.

Chelo Álvarez

Cristo, escúchanos


Cristo, escúchanos

Como el agua que sigue la corriente
seguiré tras tus pasos, siempre en pos,
escoltaré tu estela eternamente
aunque esta herida duela como dos.

Me duelen las espinas de tu frente,
me duele el no pensar quien sois vos;
perdón si nos portamos malamente
en la amarga agonía de mi Dios.

Hoy te pido, Jesús, arrodillada,
que perdones mi culpa, por piedad,
hoy te beso la cara ensangrentada

y tus ojos me miran con bondad.
Me inclino ante la sangre derramada
que quisiera secar con humildad.

Chelo Alvarez

Cristo, óyenos!


Cristo, óyenos

Confieso que mi fe es frágil, quebradiza,
y quiero que la tornes en fuerte y resistente,
reflexiono a tus pies pues tu bondad me hechiza
al contemplar tu cara siempre de odio carente.

Si notas que mi mano por tu faz se desliza,
te ruego que la dejes, que ella cure tu frente,
pues con solo tocarte de verdad se matiza
y se nubla la duda que llegó de repente.

Aunque el día se nuble y se sequen los mares,
aunque el sol se disuelva con su propio calor,
aunque nunca se escuchen de las aves cantares

viviré pregonando tu pasión y dolor,
exaltando mi credo por todos los lugares,
proclamando a las gentes que Dios es solo amor.

Chelo Álvarez

Cristo, ten piedad



Cristo, ten piedad

Estar siempre contigo es cuanto espero,
sentirte y admirarte es cuanto aspiro,
y me duele el dolor cuando te miro
clavado en una cruz porque te quiero.

¡Qué triste es ver tu cuerpo en el madero!
¡Qué triste es ver tu cuerpo malherido!
¡Oh, Cristo!, ten piedad de mi quejido,
pues de verte en la cruz, también yo muero.

Permíteme que quite de tus manos
los clavos que han clavado mis hermanos,
que desclave las escarpias de tus pies.

Aunque no soy, Señor, la más valiente,
quitaré las espinas de tu frente.
Quiero estar junto a Ti, donde tú estés.

Chelo Álvarez

Señor, ten piedad de nosotros


 Señor, ten piedad de nosotros

¡Oh, Señor!, ten piedad, porque te miro
y te encuentro de espinas coronado,
y me quedo mirándote callado,
tan callado que casi no respiro.

Ten piedad de nosotros, que retiro
la lanza que hemos puesto en tu costado,
los clavos que en tus manos han clavado
los clavos de tus pies mientras suspiro.

Me duelen las entrañas al mirarte
y ver tu santa faz atormentada,
no puedo ya dejar de contemplarte;
perdón por tanta sangre derramada.

Perdón, Señor, por tanta iniquidad,
te ruego nos perdones, ¡ten piedad!

Chelo Álvarez


Santo Rosario

Santo Rosario

Voy pasando, una a una, cada día
las cuentas del santísimo rosario
y lo rezo en tu honor, Virgen María,
fervorosa, delante del sagrario.


Hay misterios de gozo, de alegría,
en otros revivimos el calvario;
te dedico la hermosa letanía,
la que llena de amores tu santuario.


¡Oh, virginal Princesa!, coronada
con estrellas prendidas a tu pelo.
La Madre del Señor subió apoyada

en su amado Jesús al mismo cielo.

Revestida de sol sobre la luna,
¡qué hermosa eres María, cual ninguna!


Chelo Álvarez

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