sábado, 16 de enero de 2021

Las piedras de mi abuelo


 

El trigo, el gualdo prado, la gavilla y el trillo,
la gorra con visera, chinas en el bolsillo;
cada cosa conlleva un pedazo de vida
de mi jovial abuelo antes de su partida.


Como en sueños, recuerdo las mieses en las eras,
los hombres descansando bajo de las higueras;
reposamos un rato que hace mucho calor,
y, después de la siesta, baja el sol su fulgor.


Evoco aquellos días que se trillaba el grano,
los grillos y chicharras que había en el verano.
Aquel botijo antiguo, cada día a la aurora,


llenaban con prestancia del agua de la Mora.
Aún conservo estas piedras que me daba mi abuelo
y guardo como joya su sonrisa sonora,
mientras sueño que juego bajo el azul del cielo.

Chelo Álvarez.

 

Invierno blanco

Ya pasaron los años, los meses, las semanas,
de aquellas primaveras vestidas de colores,
ya perdieron su encanto casi todas las flores,
aquellas rosaledas las recuerdo lejanas.
 
Evoco del verano las alegres mañanas,
cuando el sol regalaba sus rayos y fulgores,
el trinar de las aves cantando a sus amores
y a los mozos del pueblo tras las mozas lozanas.
 
En el maduro otoño, se cambia el colorido,
van perdiendo sus hojas las rosas y rosales,
mas la experiencia hace al ser más decidido,
 
y no nos preocupamos por las cosas banales.
Con puñales de plata, va naciendo la luna
en el invierno blanco que mi cabeza acuna.
 
Chelo Álvarez
16/1/2017

 

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